martes, octubre 04, 2005

Yo nací un 24 de Agosto de 1973.

Quizás les parezca extraño si les digo que en mi memoria sensitiva se encuentran impresos los sonidos, los olores, los ruidos de esos años, sobretodo de helicópteros. El ruido de los aviones que sobrevolaron Santiago el día 11 de Septiembre, 18 días de nacida, el olor seco, el silencio dentro de casa y la represión que continuó hasta que llego el año de entrar al colegio.
Sí, recuerdo las balas, recuerdo el terror que me produjo un día verme sola dentro del departamento en Teniente Cruz, Pudahuel. Era y sigue siendo una de las comunas más pobres del gran Santiago.
Ahí yo crecí.
Ahí, en ese departamento con solo dos habitaciones. Mi hermana Johanna dos años mayor que yo. Mi madre. Mi padre.
Él, salía todos los días a trabajar. A pie partía, a realizar el trabajo por turnos, el toque de queda que comenzaba a las 17ºº horas. Cuadras enteras recorridas para llegar al trabajo que no podía faltar ya que había que alimentar a la familia. La angustia de mi madre al no saber si volvería.
Años más tarde, 22 exactamente, por primera vez se atrevería a contar una de las tantas historias vividas en la fábrica. Simplemente un obrero. Trabajador del pueblo. Mano de obra barata. Abatido. Vio entrar violentamente un grupo enorme de militares gritando con metralleta en mano que se fueran a la pared. Manos al muro de espaldas a ellos.
¡Miren conchas de su madre, al que se mueva le disparamos sin piedad!
Sintió pasar las balas.
Sintió las metrallas que prendían fuego.
Horror de muerte, pero no.
¡Solo amenazas! Ese día se salvaría!¡Terror por terror!
Mi padre, obrero de una fábrica, una multinacional. Hijo de campesinos. Oriundo de Capitán Pastenes.
Mi madre, ama de casa, hija de campesinos de Villa Alegre. Salía al campo a las 4 de la mañana, a trabajar, a pesar de los 5 años que tenía. Frío, pobreza. Al colegio solo llevaba un chonguito de lápiz y un papel. No importaba...ella iba a estudiar.
Mis hermanas, Constanza, Nayarett y Johanna.



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Mi abuela parió 24 hijos.
6 de ellos murieron de fiebre en el campo.
Otro murió cruzando un río, fallido intento de colonizar Coyhaique.
9 mujeres, el resto son hombres.
Mujeres valerosas, fuertes y con carácter.



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Cuando yo era chica me decían "La Choroi" (lorito chileno) porque no soportaba que me tocaran entonces los peñiscaba y los mordía. No había nadie más para mí que mi mami.



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Paula ha sido la única amiga que he tenido en mi vida, de esas amigas que se encuentran como una aguja en un pajar, de milagro.La cárcel fue el fin de todo.



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Entre los 2 y los 18 años viví en la población "Che Guevara". Conflictiva la cosa que se vivía por ahí en esos tiempos. Las cacerolas sonaban cada día. Los apagones iban a la orden del día. Yo igual jugaba con los chiquillos. Al tombo. A la escondía. A la pinta. Al corre'l anillo y a La roca. "A la roca roca roca al que le toca dele un besito en la boca". ¡Era más rico atracarse a los guachos!



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...


Los Hijos de puta son capaces de hacerle juicio a Pinocchet por fraude al fisco y no por asesinato.
Dan vergüenza

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